Queridos sameros y en especial a mis amigos de tantos años: espero que hayan pasado una pacificadora Navidad.
Este año ha sido un año atípico, duro, difícil, inesperado.
Perdimos amigos, colegas y pacientes de forma impensada.
Tuvimos que cambiar nuestra forma de trabajar, de vincularnos con los pacientes, con nuestra familia.
Pienso y siento que este "in pass" navideño típico de los períodos de guerra en la pandemia no aplica.
Debemos estar alertas aún por un tiempo más.
Mas allá de todo lo vivido y lo que falta vivir, tengo una mirada extremadamente esperanzadora y positiva, tratando de vislumbrar que tiene para enseñarme esta pandemia.
El futuro requiere de toda nuestra mente, cuerpo y corazón; mente despierta para tener la inteligencia asertiva que nos permita tomar decisiones sabias ante cada circunstancia, cuerpo sano exponiéndonos lo mínimo posible sin dejar de estar cerca de los pacientes y por sobre todo tener en el corazón la llama de la sensibilidad ante el dolor y sufrimiento humano.
Un fuerte abrazo virtual que espero hacer real, lo más pronto posible.